En el arte

11/01/2012 – In Arte – Sao Paulo – Revista – Nereide Schilaro Santa Rosa

Los caminos del arte en la escuela (Click para ver el artículo original)

El pensamiento en el arte es una acción transformadora que incomoda, provoca, cuestiona y refleja. Es decir, una acción que involucra afectividad y cognición, movimiento y emoción. La enseñanza de las artes en la escuela fundamental hace que el educador lleve a sus alumnos el universo de nuevos conceptos y la posibilidad de experimentar nuevas experiencias, a través de reflexiones y descubrimientos sobre el hacer artístico.

Posibilita también el conocimiento del arte en el contexto interdisciplinario y su complementariedad con las ciencias humanas y otros medios de comunicación. Señala al educando cómo se hace arte en el mundo contemporáneo y da oportunidad para descubrir e investigar ese hacer artístico de su tiempo con reflejos en todas las áreas de actuación. El alumno crítico adquiere una comprensión consciente sobre el arte y sus representaciones a través de textos e imágenes.

Esta comprensión proporciona al educando percibir cómo el arte produce y reproduce identidades, sean individuales o colectivas, y las representaciones simbólicas de esas identidades. El estudio del arte favorece ese desarrollo, y el educador debe utilizarlo siempre que sea posible para garantizar el acceso de su alumno a la expresividad, a la creatividad ya la apreciación cognitiva. Este acceso se dará naturalmente si la mediación del profesor favorece la producción, la fruición y la reflexión.

La producción se refiere al hacer artístico y al conjunto de cuestiones a él relacionadas, en el ámbito del hacer del alumno y de los productores sociales de arte. La frución se refiere a la apreciación significativa de arte y del universo a ella relacionada. Esta acción contempla la fruición de la producción de los alumnos y de la producción histórico-social en su diversidad. La reflexión se refiere a la construcción de conocimiento sobre el trabajo artístico personal y de los colegas y sobre el arte como producto de la historia y de la multiplicidad de las culturas humanas, con énfasis en la formación cultivada del ciudadano.

El hacer artístico cautiva a los niños y los jóvenes. El educador proporciona espacios para que ese “hacer” sea contextualizado y no se pierda en meras actividades superficiales y primitivas. El hacer debe estar acompañado de entendimiento, conocimiento e implicación, principalmente crítico, a nivel social e incluso político. El hacer debe estar acompañado del contexto histórico y de informaciones sobre los artistas observados, así como de sus recursos preferidos para la realización de sus obras.

Con habilidad, todo esto puede transformarse en un momento lúdico a través de juegos y desafíos. El hacer artístico no debe ser desarrollado solamente a partir de relecturas de obras, lo que se ha convertido en una práctica incluso común y de uso exagerado entre los educadores. Debemos estimular la percepción visual del niño y de los jóvenes, pero también hay que desafiarlos a pensar en lo que percibieron.

Al final, las artes son formas de expresión que tienen por objeto imágenes y acciones, cuerpos y movimientos, por los que comprendemos el mundo en que vivimos, aprendiendo a lidiar con él. Así conocemos nuestra historia, ritos y creencias, nuestras reacciones y acciones a través del tiempo y del espacio. Es función de los educadores proporcionar ese contacto a los alumnos y, al mismo tiempo, desarrollar medios en el aula para que los jóvenes se convierten en agentes transformadores a través del arte.

EL ALUMNO CRÍTICO ADQUIERE UNA COMPRENSIÓN CONSCIENTE SOBRE EL ARTE Y SUS REPRESENTACIONES A TRAVÉS DE TEXTOS E IMÁGENES. ESTA COMPRENSIÓN PROPORCIONA AL EDUCANDO PERCEBAR COMO EL ARTE PRODUCE Y REPRODUCE IDENTIDADES, SEA INDIVIDUALES O COLECTIVAS, Y LAS REPRESENTACIONES SIMBÓLICAS DE ESTAS IDENTIDADES